El devocional, es un medio que nos ofrece la oportunidad de apartarnos para estar a solas con El, "para hablar muchas veces a solas, con quien sabemos nos ama", ya sea en lo secreto de tu hogar, en comunidad o ante el Santísimo Sacramento del Altar. "Es juntar la acción de gracias y la súplica. Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y pensamientos en Cristo Jesús" (Cfr Ef 4, 6-7).
Es un manual de oración de reparación muy completo, dirigido al Padre, por medio del Hijo, en el Espíritu Santo, que comprende oraciones de: "Bendición y Adoración, Intercesión, Acción de Gracias, Alabanza, (CATI 2623-2643), donde la petición de perdón por nuestros pecados y del mundo entero, es el primer movimiento de esta oración (Cfr, Le 18,13), es el comienzo de una oración justa y pura, que nos vuelve a la unión con Dios y con el prójimo." (Cfr, CATIC 263).
Conscientes "del martirio oculto de los Sacratísimos Corazones a causa del pecado" (Conchita Cabrera), de la ingratitud del hombre ante el Santo, el Padre Misericordioso, que nos trata con ternura, nos quiere arrullar, abrazar, estrechar, besar, corregir, perdonar, sanar, liberarnos de las ataduras del pecado (Cfr Os 8, U, 1-7; Le 13, 34; 15, 11-31); tomaremos el devocional con amor, gozo, alegría, al sabernos almas reparadoras de los Sagrados Corazones (como se le reveló a Santa Margarita).
De los hombres y mujeres, que aman al Señor y a la Reina del Cielo, surge desde lo profundo de su corazón la súplica o petición de perdón, como lo define el Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 2629: "El vocabulario neotestamentario sobre la oración de súplica esta lleno de matices: pedir, reclamar, llamar con insistencia, invocar, clamar, gritar e incluso "luchar en la oración" (cf Rm15, 30; Col 4,12)".
Del amor profundo a Dios, surge el deseo de postrarse, arrodillarse para pedir perdón por nuestros pecados (Sal 51; Le 18, 9-17), amar a Dios por los que no le aman y ofrecer consuelo a los Sacratísimos Corazones.
Del amor profundo a Dios y al prójimo, nos lleva a orar como un solo corazón, es una sola familia, quien ora, pide perdón, en comunión con la Iglesia, injertados en los Corazones de Jesús y María, ofreciéndonos como una sola hostia, una ofrenda agradable al Padre, a través de la oración, sacrificios, ayunos, vida de gracia, frecuentando los sacramentos, etc., y solo así se logrará una fuerza de oración, de reparación y desagravio, que atraerá frutos de conversión para la Iglesia, las familias, los pueblos, los niños, los jóvenes, para los discípulos y misioneros de Jesucristo, especialmente para los sacerdotes. Considerando que la "petición de perdón, ya es en sí un retorno a Dios" (Cfr, CATIC 2626).
En la oración de desagravio es de especial importancia el particular propósito de la reparación en la oración por la conversión de muchos al mensaje cristiano" (Juan Pablo II).
La Iglesia cree en el poder de la oración, acentuando sobremanera la oración que se hace como una sola familia, un solo corazón, puesto que somos "una comunidad de amor, donde su riqueza consiste en vivir ya en este tiempo la comunión de los santos".
Rezar por los sacerdotes para que obtengan la gracia de oferecer la Santa Misa con santo amor y reverencia.
San Buenaventura ha dicho: "El que menosprecia a la Santísima Virgen, morirá en sus pecados y será condenado."
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